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viernes, 17 de noviembre de 2017

«Llegó el chacal», la voz de sus poetas

Llegó el chacal, la voz de sus poetas

Farideh-Lashai-Llegó-el-chacal

 
La artista iraní Farideh Lashai ha expuesto en los últimos meses en el Museo del Prado, esta es su autobiografía  

SHIRIN SALEHI - @ABC_Cultural

Llegó el chacal recoge un escrito autobiográfico que nos tiende la mano para adentrarnos en el intenso mundo que envuelve y aprisiona a su autora. Farideh Lashai (1944-2013) recorre con lucidez y un firme compromiso social inherente a su humanismo crítico, en fragmentos entrecortados y por medio de recuerdos personales y heredados, la historia moderna de Irán. Ella no desea conformar una novela histórica sino presentar un homenaje a las mujeres de su vida -su madre, su abuela y su hija- y a su adorado hermano, un fervoroso militante de la izquierda iraní cuyos pasos marcaron en distintos momentos el destino de su hermana.
Lashai se interroga continuamente sobre su identidad como mujer, artista y ciudadana. Este diario de cuestionamientos e introspección es un desnudo encuentro de su emoción y pensamiento, escrito sin ornamentos. Y a la vez, una conmovedora crónica de momentos claves de la historia de Irán, desde los inicios del siglo XX y el movimiento revolucionario Jangali a orillas del Mar Caspio (1914)hasta la Revolución del 1979 y la desdichada guerra de ocho años con el vecino Irak (1980-1988).
Lírica de la pérdida
El escrito de Lashai es una lírica de la pérdida y de la nostalgia de la morada. El anhelo del retorno a la Celebración de la vida como festejaban antaño en su querida ciudad de origen, Rasht. Ella describe en hermosos pasajes pictóricos las celebraciones sagradas y religiosas, las diversiones de los festejos de tradiciones ancestrales y alegres rituales en los jardines y las casas, reuniones multitudinarias que conformaban las vidas de una abuela y una madre como emergidas de una fascinante historia mitológica escrita por algún poeta persa. Aún, los tiempos de la irremediable condición de extrañamiento, la no pertenencia y la experiencia solitaria del dolor no han amanecido. Un dolor que arrastra la guerra, el exilio y su estancia de dos años en la cárcel. Aquella cárcel dentro de la cárcel. Lashai desea desempolvar su amada tierra agrisada por el pesar y la muerte. Devolverle el perfume embriagador de sus jardines, el canto de sus ruiseñores.
Canto a la integridad
Esta tierra, empero, es un Irán más allá de los confines geográficos que delimitan aduaneros uniformados. Lashai no se busca en naciones ni banderas. Su himno nacional no es sino la voz de sus poetas, el escepticismo aprendido de Brecht en sus años de formación en Alemania, la inmensa herencia cultural e histórica que le es transmitida y el canto a la integridad y la libertad del ser humano.
Su autobiografía es un denso escrito de fragmentos entrecortados. ¿No es acaso éste aquel irremediable estado discontinuo del ser del exiliado que evoca Edward Said? Discontinuidad e intentos de reconstrucción. Ella reconoce en su escritura un «collage» complejo y a veces confuso. En estas idas y venidas, relatos que saltan de una década a otra, estremeciendo el corazón del lector, una materia-madre se mantiene íntegra y es la poesía de la que se embriaga esta escritura. No es una cuestión de estilo. No es la conformación de las cadencias, silencios y rimas que suena a una hermosa pero triste música de cámara, sino la fuente de su escritura. Son su mirada y su ser poéticos que alimentan un escribir que emerge solo de la enraizada piel del pueblo iraní en la poesía. Sería improbable pensar que en la tierra de Hafez sus gentes no supieran esquivar al tirano con el inquebrantable refugio de la poesía para sus almas.

Llegó el chacal


Ficha técnica
autora: Farideh Lashai
título: Llegó el chacal
ilustraciones: Farideh Lashai
Prólogo de Ana Martínez de Aguilar
Traducción del persa: Maryam Esmailpour
Colección: transversales, 7
Nº páginas: 176
Formato: 21 x 21 cm
ISBN: 978-84-946564-3-9
PVP: 20 euros
IBIC BGLA Autobiografía literaria
BISAC BIO001000-BIOGRAPHY&AUTOBIOGRAPHY/ARTISTS

Estambul es hermosa. Repleta de productos de lujo. Todos intentan vestirse según las revistas de moda occidental, algo que llevo años sin ver por las calles. Parecen los provincianos de Europa. Existe cierta simplicidad en sus rostros. Con eso y con todo, son amables. Una nación oriental, unida por el cordón umbilical a Europa. Los periódicos y las carteleras de los cines están llenos de imágenes de mujeres desnudas. [...]
Cruzo el mar en barco para llegar al aeropuerto. Quiero preguntar algunas cosas sobre el envío de mis pertenencias a ee.uu. Como siempre, tiempo desapacible y frío.
Este mar no me dice nada. No tiene un olor conocido. Como esta gente, como esta lengua, como estas miradas. Me hacía ilusiones en vano considerándolos asiáticos. Su Asia es menor. Me es ajena. Me resultan tan ajenos como aquellos siglos lejanos. Con sus enloquecidas invasiones a lo largo y ancho de la Tierra.
Domingo. Cinco y media de la tarde.
En un parque en Estambul. Mi hija juega con Renate, que está pendiente de ella. Y yo las observo fascinada.
Ojalá se pudiesen dibujar sus rostros felices sobre el reluciente balancín. Y ese enorme árbol tras ellas, este aroma a tierra mojada y mar, ¡qué momento más extraño! Ya no hay rastro de lo desconocido. Es como si lo conociera todo. Más allá de este instante no hay nada que me cause miedo. De sobra sé que todos somos efímeros. [...]
¿Por qué lo que acaece dentro de mí no se desborda con la misma facilidad que los colores de mis cuadros? Paso horas y horas, como sumergida en un agua profunda e inerte. El agua de un mar inalterable por el viento. Somos mis agitaciones y yo que nos sumergimos en el agua. [...]
Pero, ahora, me he acostumbrado a este árbol del polvoriento Fresno. Vengo aquí y me siento seis largas horas a su sombra, sin perder de vista a mi hija, que bajo este tremendo calor se revuelca sobre la arena del recinto de juego de este parque yermo. Mientras juega, no le importan ni el calor ni estas plantas que en nada se parecen al lejano prado verde de la casa de Mashd Robabeh. Y yo sigo con mi sonrisa forzada en los labios. Por las noches, cuando se quiere dormir, con una voz que en la oscuridad representa la felicidad Made in America, le canto:
Llegó el chacal;
Llegó el chacal;
llegaron también los padres del chacal;
llegó a la puerta el chacal;
Con un pañuelo bordado, en la cabeza;
El chacal dice: "soy una ratoncita"
y no me comeré a vuestras pollitas.

Estalló de repente un incendio en aquellas remotas montañas y lo cubrió todo, hasta las florecillas del desierto, dispersas y maliciosas. Había flores de todos los colores. Súbitamente, toda la llanura se tiñó de azul celeste y dos semanas después de amarillo sol, después fue el turno del rojo de los ciclamores y finalmente despuntaron las mejoranas cubriéndolo todo. Se apoderaban de todo el espacio. Te acostabas con este aroma y con él te despertabas, te acompañaba a lo largo del camino y te seguía hasta llegar a la ciudad. Y tu cuerpo seguía oliendo a mejorana durante días. Cuando mirabas hacia abajo, todo el valle estaba cubierto de mejoranas. Tallos finos y jugosos erguidos bajo el cielo, con tanta alegría y orgullo, como si el mundo entero fuese su indiscutible territorio. Y así era. El valle entero les pertenecía.
(fragmentos de Llegó el chacal, de la pintora y artista visual iraní Farideh Lashai, traducidos del persa por Maryam Esmailpour)