viernes, 17 de noviembre de 2017

Hermanos que se devoran ‘y aquella pequeña acacia blanca del patio’. En torno a Farideh Lashai y Goya


Farideh-Lashai-Llegó-el-chacal


Reproducimos a continuación el texto leído por Shirin Salehi en el acto de presentación de Llegó el chacal, el 12 de julio de 2017 en el Auditorio del Museo del Prado, reproducido posteriormente en fronterad: http://www.fronterad.com/?q=16247

Hermanos que se devoran ‘y aquella pequeña acacia blanca del patio’. En torno a Farideh Lashai y Goya


Nota para el lector

Las palabras que encontrarás a continuación fueron escritas a propósito de mi intervención el pasado 12 de julio en el Museo Nacional del Prado durante la presentación de Llegó el chacal, la autobiografía de Farideh Lashai, artista cuyo trabajo se presentó el pasado mes de mayo como obra invitada en un proyecto patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado y comisariado por Ana Martínez de Aguilar. Este escrito recoge una conversación desde mi pensamiento artístico con la mirada poética de Farideh Lashai en diálogo a su vez con Francisco de Goya.


Las palabras que encontrarás a continuación fueron escritas para ser leídas lentamente en sottovoce.



*     *     *
Hermanos que se devoran
y aquella pequeña acacia blanca del patio

En el discurrir de tiempos sombríos, desdichados encuentros de la discordia y el desprecio, en tiempos de apocalipsis, en tiempos de la sinrazón de la guerra, cuando todas las banderas, una tras otra, van cayendo, yo desearía preguntar: ¿a qué aferrarse? ¿Sería una gran osadía pensar que solo nos queda la poesía? Aquella poesía que trasciende los tiempos y las fronteras: tenaz búsqueda de luz, de belleza y de verdad en uno mismo. Cuando las ideologías se extienden hacia los extremos de la sinrazón, cuando las ideologías se convierten en nuestras jaulas de oro, ¿sería una osadía buscar luz en el arte?

La obra de Farideh nos habla de historias de décadas de puertas atrancadas. Historias de hermanos que se devoran, con razón o sin ella, como reclama Francisco de Goya súbitamente tras el desaliento de Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, el pórtico de los Desastres de la guerra. ¡Cuán presto llegó el terror! ¡Qué tristes presentimientos! El artista observa con profunda tristeza nuestras historias de puertas atrancadas y hermanos en duelo de garrotazos. Hermanos en duelo. Hermanos. En este escenario de desolación, yo desearía preguntar: ¿a qué aferrarse?

Entre finales del siglo X y comienzos del XI escribe el poeta persa Ferdosi las historias de Shahnameh, el libro de los reyes. En días del exilio en Estados Unidos Farideh cuenta a su pequeña hija los cuentos de Rostam, el aguerrido héroe del libro de Ferdosi. “¿Quién mató a Rostam?”, ­pregunta la hija de Farideh. ¿Fueron las fieras o los leones? ¿Alguna criatura demoníaca con rostro de hada? “No, hija mía” –responde Farideh (…)– “Lo mató su hermano.”

A la sombra de las Luces. Me encuentro con las palabras de Tzvetan Tódorov en mis manos. “¿Para qué convocar al diablo cuando los hombres actúan de manera diabólica?”. En los Desastres de la guerra sostiene que Goya ya no necesitará recurrir a seres endemoniados, a dibujar aquel mundo de brujos para representar las profundidades de los delirios del ser humano. Hace ya tiempo que los hombres se convirtieron en demonios. El artista observa con profunda tristeza. ¿Qué otra cosa podía Goya hacer que crear los Desastres?


*     *     *

Son noches de explosiones en Teherán. Corazones atemorizados. Sirenas y sótanos. Recuerdo las sirenas y nuestro sótano. 1985. Últimos días del invierno. Nuestras madres nos han contado. La mía me cuenta aún, como Farideh cuenta en su texto. Bombardeos nocturnos. Se encuentran en un jardín entre árboles centenarios. Recitan poesía. Versos de los poetas místicos de la tierra de Irán, Hafez, Rumi, Saadi y Ferdosi, nuestro amado Ferdosi. Es ésta la profunda relación del pueblo iraní con sus poetas.

Bombardeos y recitales.

En aquellas noches mi madre dio a luz bajo explosiones a la menor de las hermanas. El hospital en penumbra y largos tiempos aguardando. Nuestras madres se aferraron a la luz. Una, Farideh, en busca de luz recitando versos en repetición cual oraciones, otra dando a luz en toda su dimensión física y existencial.

Ella me contaba historias de gentes del sur que abandonaron sus tierras para caminar hasta la capital. Descalzas, recordaré la voz de mi madre mientras viva. Pero ahora es nuestro turno. El cielo de Teherán se cubre del color de azabache. Han muerto un centenar de niños celebrando un cumpleaños, me contaste. Su voz aún temblorosa por la tristeza me recuerda la muerte en aquellos años. Bombardeos y recitales. Bombardeos y nuevas vidas. ¿Cómo no buscar luz en tiempos entenebrecidos?

Bertolt Brecht riega aquella pequeña acacia blanca del patio todos los días. Y Farideh, ¿qué escribe Farideh?

Sus palabras están escritas en una lengua donde la delicadeza y la profundidad se encuentran generando belleza con silencios, ritmos y pesos de centurias. Su prosa poética es una apenada danza entre historias de fusilamientos y jardines de naranjos, entre las visitas de su amiga Lili a la cárcel donde ella se encuentra y el sonido del paso del agua por callejuelas donde aguardan solitarios sauces enajenados. La poética de Farideh Lashai proviene sin lugar a duda de su ser iraní, de una mirada desdoblada inherente a una cultura rebosante de fábulas y leyendas mitológicas, de una pasión por el lenguaje y por la oralidad, de la tierra de las acequias, de los cipreses, los jardines de lilas y granados, y de la eterna sombra de nuestros aduaneros.

Farideh se abraza a Brecht. En él encuentra dos compañeros de pensamiento: duda e incertidumbre ante ideologías absolutistas de compañeros y parientes. Farideh no aboga por heroísmos, aquí no hay medallas, solo la dignidad que otorga a cada una de las mujeres y hombres que ocupan los espacios de su vida y de sus recuerdos. Al igual que Francisco de Goya no crea un espectáculo heroico de los horrores inmundos que conoce de primera mano.

¿Cuál es la voz del artista en tiempos de oscuridad? Yo desearía separarla de la del activista y del político, como hace Todorov con Goya: “El artista por una parte es un ciudadano como los demás, y sus actos se juzgarán en función de las leyes y normas de su tiempo, pero por otra parte está comprometido en una búsqueda cuyo objetivo último es una verdad intemporal y cuyos resultados se dirigen ya no a sus compatriotas sino a la humanidad”. 

La obra de Farideh que se expone en el Museo del Prado es terrorífica en toda su dimensión humana, sobrecogedora, empero, por su belleza y poesía. La fragmentación a la que Farideh Lashai somete la obra de Francisco de Goya se dirige a nosotros. ¡Volved la cara!¡Abrid los ojos! Ora con otras cadencias, quizás al ritmo de los versos de los sabios poetas de la tierra iraní, Farideh nos reclama mirar –y no de soslayo– las aterradoras imágenes que dibujó Goya. Imágenes que nos recuerdan los estragos de nuestra memoria y sin ir lejos, de nuestro Hoy.

Cuando cuento estás solo tú… pero cuando miro hay solo una sombra. Veo una luz errante y las estampas de los Desastres. ¡Son instantes terroríficos! Aquellos instantes de verdad de Hannah Arendt. Instantes arrebatados del horror para nuestra memoria. Hermanos sin rostro, hermanos devorándose con furor. Yermos paisajes preñados de terror. Árboles aguzados, árboles patíbulo. Estampa a estampa, leyenda a leyenda, muy atentamente sigo a Francisco de Goya: No se puede saber por qué, Esto es peor, ¿Qué hay que hacer más? ¿Porqué? La luz errante de Farideh avanza sobre las estampas. Él nos habla, le sigo, nuevamente, estampa a estampa, leyenda a leyenda: ¿Qué alboroto es éste? Yo lo vi, y esto también...

La voz del artista es otra que la del político. ¡Es otra la voz del poeta!
¡Volved la cara! ¡Abrid los ojos!


*     *     *

La luz errante de Farideh y tras ella el punzante silencio del terror o en nuestro caso, por fortuna, la reflexión. Y con ella me voy a equipar de una lámpara, de la luz de un fanal, para finalizar estas reflexiones compartidas. De ahí que retorno al inicio: En tiempos sombríos: ¿Sería una osadía buscar luz en la poesía? En tiempos sombríos: ¿Sería una osadía buscar luz desde el arte? Farideh Lashai y Francisco de Goya, sin duda, habitaron así nuestra tierra con su tenaz búsqueda de luz y de verdad desde los abismos del ser humano.

Y para terminar rescataré del texto de Farideh un poema de Ferdosi donde Rudabeh, la madre del héroe Rostam, nos canta:

ندانند اهريمنانند پسر
كه بي داد را باد آرد خبر
نهم مجمری بر رف شامگاه
شكافم دل تيره گی را به راه
خراشم به ناخن تن خاك سرد
بر آرم از اين گنج ديرينه گرد
برون آورم پوره ی پاك را
پراكنده سازم به كس خاك را

Son demonios y no lo saben, hijo mío,
El viento la noticia de la injusticia traerá
Un incensario en el nicho de la tarde colocaré
El corazón de las tinieblas agrietaré
Con mis uñas el cuerpo frío de la tierra desgarraré
De este antiguo tesoro el polvo limpiaré
A mi hijo del corazón de la tierra sacaré




Shirin Salehi (Teherán, Irán, 1982) reside y trabaja en España desde 1999. Artista visual, investigadora y docente, ha recibido premios de residencia artística por la Casa de Velázquez (Académie de France à Madrid), Il Bisonte Fondazione (Florencia) y la Fundação Bienal de Cerveira (Portugal) y de formación por la Fundació Pilar i Joan Miró (Mallorca) y por el Centro Internacional de la Estampa Contemporánea (La Coruña). Su trabajo ha recibido, entre otros reconocimientos, el primer premio al libro de artista de la Fundación Ankaria (Madrid, 2015), el premio especial Combat Prize (Livorno, Italia, 2015), y recientemente el segundo premio en el Premio Internacional de Arte Gráfico Carmen Arozena (Madrid, 2017). Ha participado en exposiciones en galerías, ferias e instituciones públicas y privadas en Europa desde 2009. Máster en Investigación en Arte y Creación por la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, a su término publicó (velado): manifiesto de una artista en tiempos de ruido (2016).

En radio 3, el 30/08/2017, el programa Músicas posibles de Lara López estuvo dedicado a Farideh Lashai

Llegó el chacal, la autobiografía de la artista iraní Farideh Lashai, en el Museo del Prado

Llegó el chacal, la autobiografía de la artista iraní Farideh Lashai, en el Museo del Prado

Farideh-Lashai-Museo-del-Prado-Obra-invitada

 

Revista de Arte / Logopress 16 de julio de 2017


Ha sido editada como complemento a la exposición de la artista dentro del programa “La obra invitada”, Cuando cuento estás solo tú… pero cuando miro hay solo una sombra.
La Fundación Amigos del Museo del Prado, patrocinadora de este programa desde 2010, también ha apoyado la traducción del farsi al español de esta sugerente y evocadora autobiografía. Llegó el chacal ve la luz gracias a Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
La lectura de la autobiografía de Farideh, permite al lector ahondar en los rasgos que configuran la personalidad de esta artista de naturaleza compleja y exquisito lirismo, así como adentrarse en la cultura persa y las relaciones con la cultura occidental.
Intervinieron en el acto Karina Marotta, coordinadora General de Conservación del Museo del Prado; Ana Martínez de Aguilar, comisaria de “La obra invitada”; Roberto Toscano, ex embajador de Italia en Irán y escritor, y Shirin Salehi, artista y escritora, nacida en Irán y residente en nuestro país. Como colofón al acto, se proyectó un fragmento de la película Dos días en la vida de Farideh Lashai, de Kambiz Safari Khoozani.
Karina Marotta abrió el acto dando la bienvenida a todos los asistentes y agradeció su implicación a todos los participantes en este proyecto editorial. Del mismo modo, destacó la pertinencia del mismo dado que aporta una mejor comprensión de la obra de Farideh que se exhibe actualmente en el Museo. Ana Martínez de Aguilar, tras una breve presentación de los hechos que marcaron la vida de la artista iraní, destacó su autobiografía como un testimonio excepcional de la historia del siglo XX en Irán vista desde la perspectiva de tres generaciones de mujeres: la correspondiente a su abuela, la de su madre y la suya propia. Una mirada matrilineal en un mundo patriarcal. Con una prosa que fluye, vida, costumbres, ritos, cambios sociales, acontecimientos políticos o paisajes se superponen sin orden narrativo aparente, pero unidos por afinidades subyacentes, como en las evocaciones de la memoria o la consciencia.

Farideh-Lashai-Llegó-el-chacal

La experiencia vital de Farideh, nos muestra las conexiones de la cultura persa arraigada en el pueblo iraní, con la cultura en Europa y los acontecimientos en el mundo; el placer frente al dolor; el terrible sufrimiento del pueblo iraní y la fortaleza de su cultura. Una biografía intelectual, artística y personal. En ella aflora la evolución de su pensamiento, sus sentimientos y sensaciones ante acontecimientos, su quehacer artístico, la literatura y la nostalgia de un paraíso perdido. Pero sobre todo su independencia, franqueza y su profunda implicación con todo aquello que afecta a la dignidad humana, la justicia, la defensa de la libertad, la compasión ante el sufrimiento y las preguntas ante un destino que no comprende. Por último, subrayó la influencia de la forma de narrar de Llegó el chacal en la creación de sus videoinstalaciones.
Roberto Toscano apuntó que esta autobiografía es una obra que como pocas confirma lo que significa ser artista: mirar la realidad con un ojo original, representarla e interpretarla con una voz propia, y al mismo tiempo expresar aquello que va más allá de la experiencia individual. Farideh Lashai crea en su obra, pictórica y literaria, un diálogo interrumpido entre tradición y modernidad, entre pasado y presente. Toscano señaló que leer este libro es ser invitado a entrar no solamente en una vida excepcional por su riqueza humana e intelectual, sino en un país extraordinario en su fascinante complejidad.
Shirin Salehi presentó su intervención con la lectura poética de un texto escrito a propósito de la presentación de Llegó el chacal. Una conversación desde el pensamiento artístico con la obra de Farideh Lashai en diálogo a su vez con Francisco de Goya. Una exposición de reflexiones en torno a los lenguajes del arte y la poesía como lugares de búsqueda de luz y de verdad en tiempos de revoluciones y guerras. La ponente presentó con la lectura un diálogo con la mirada poética de Lashai desde las tensiones que acompañan la dualidad inherente a la sociedad iraní –un mundo que envuelve a la vez que aprisiona– desde un enfoque de humanismo crítico, introduciendo en este escenario a Goya como interlocutor imprescindible.
El acto finalizó con la proyección de un fragmento correspondiente a un largo documental sobre Farideh Lashai en el que actualmente trabaja Kambiz Safari. Muestra un breve corte rodado durante los dos días que Kambiz pasó con ella mientras trabajaba, al tiempo que recibía tratamiento contra el cáncer: un día en Milán y otro en Teherán. Son momentos emocionantes del último año de su vida, que traslucen su energía y sentido del humor, a pesar de las condiciones en que se encontraba.
Kambiz Safari Khoozani colaboró con Farideh durante los diez últimos años de su vida y realizó toda la obra de videoarte y animación de Lashai de 2007 a 2013. Es director de cine, productor y editor de películas y documentales. Cofundador y co-director de “Studio2”, una firma de post-producción para doce directores de documentales iraníes independientes. La traducción directa del farsi ha sido realizada por Maryam Ismailpour. Es traductora bilingüe de farsi-castellano y profesora de ambas lenguas en universidades en Madrid y Teherán.
(artículo completo en revistadearte)

El Prado confronta el último trabajo de la iraní Farideh Lashai con Goya

El Prado confronta el último trabajo de la iraní Farideh Lashai con Goya


La instalación está basada en 'Los desastres de la guerra'


Ángeles García / El País / Madrid 30 MAY 2017 - 20:42 CEST 


 

Por más que el tiempo pase, la serie de 82 grabados de Los desastres de la Guerra, de Goya, sigue siendo una de las obras más inspiradoras. Pocos meses antes de morir, la artista iraní Farideh Lashai (Rasht 1944-Teherán 2013) ideó una instalación titulada con unos versos de T.S. Eliot, Cuando cuento estás solo tú….pero cuando miro hay solo una sombra, y constituye una de las últimas interpretaciones del genio español. Propiedad del British Museum, la obra se expone ahora en el Prado (hasta el 10 de septiembre) con una selección de la serie de Goya y junto a las salas que alojan las pinturas negras y Los fusilamientos del 3 de mayo.
La exposición forma parte del programa de PHotoEspaña y ha sido realizada en colaboración con la Fundación de Amigos del Museo del Prado dentro del espacio La Obra Invitada, en el que se confrontan obras maestras del museo con préstamos de otras pinacotecas.
La instalación de Farideh Lashai ocupa toda una pared de la sala 66. Ana Martínez de Aguilar, comisaría de la exposición explica que la artista fotografió cada una de las estampas de Los desastres de la Guerra  y que después suprimió los fondos que acompañan a las figuras en el original. En un segundo paso, elimina también los personajes y los reelabora con tecnología digital. Con la ayuda de la oscuridad y la proyección de un foco que va iluminando cada una de las estampas, las figuras adquieren una nueva animación sin perder nada del discurso original. La luz se mueve al ritmo de un Nocturno de Chopin.
La comisaria llama la atención sobre las muchas similitudes entre la vida de Francisco de Goya y de Farideh Lashai pese a los más de dos siglos de diferencia que les separan. “Los dos comparten el mismo desencanto ante el mundo de los intelectuales que les rodea, ambos han sufrido en primera persona el horror de la guerra y arrastrado al final de sus vidas el dolor y el aislamiento que produce la enfermedad. Para ellos, el arte es la mejor manera de enfrentarse a sus demonios interiores y lo hacen con una formidable furia creativa”.
Venetia Porter, conservadora del British Museum, cuenta que adquirieron la obra en 2014, un año después del fallecimiento de la artista. “Vi la pieza en una feria en Dubái y al momento supe que teníamos que comprarla. Tenemos un departamento especializado en Oriente Medio, con más de 300 obras y la pieza de Lashai, una de las artistas más imponentes en la región, pasó a engrosar nuestros fondos sin que nadie objetara nada”.
Miguel Falomir, director del Prado explicó que esta presencia del arte contemporáneo en el museo prosigue con iniciativas anteriores en las que obras recientes se comparan con las de antiguos maestros y añadió que se avanza también en la presencia de mujeres artistas, después de la exposición dedicada a la pintora flamenca Clara Peeters.
Farideh Lashai es una artista ampliamente representada en museos y colecciones de arte contemporáneo en todo el mundo. Poeta y pintora en origen, nació en una familia acomodada en la ciudad de Rasht. En 1962 se trasladó a Múnich para estudiar cine, literatura y teatro. Con Bertolt Brecht como ídolo intelectual, a partir de los setenta se vinculó con grupos intelectuales revolucionarios tanto en Alemania como en Irán. Encarcelada en la prisión de Qasr entre1974 y 1976, fue testigo de la revolución de 1979, de la guerra Irán- Irak (1980-1988). Se exilió en Estados Unidos entre 1981 y 1984 y volvió a Teherán donde vivió el bombardeo de la ciudad en1986. En 2011 seguirá desde el hospital los levantamientos de la primavera Árabe, con enorme preocupación por las consecuencias que podían acarrear a los más desfavorecidos. Un fuerte depresión la afectó en 1989, el mismo año en que le diagnosticaron el cáncer que acabó con su vida en 2013.
 (artículo completo en elpais.com)

El Prado se une a PHE con una obra de Farideh Lashai


El Prado se une a PHE con una obra de Farideh Lashai
La pieza es una revisión de los Desastres de la guerra de Goya

El Museo del Prado presenta, dentro del ciclo “La obra invitada” y como parte de la programación de PHotoEspaña 2017, la videoinstalación Cuando cuento, estás solo tú… pero cuando miro hay solo una sombra, una pieza de la artista iraní Farideh Lashai (Rasht, 1944 – Teherán, 2013),  inspirada en los Desastres de la guerra de Goya. Farideh se apropia de los Desastres y los manipula para renovar y actualizar su mensaje, incorporando su propia experiencia de la barbarie, el dolor y la indiferencia.
Se trata de una obra sencilla en su apariencia pero técnicamente muy compleja, que ha implicado a varios departamentos dentro del Museo más allá del de Exposiciones, principalmente a los de Dibujos y Estampas y Restauración de papel. Farideh parte de las estampas de Goya pero vacía las escenas de figuras a través de un escaneado y llama nuestra atención sobre esos fondos vacíos, que ahora podrían pertenecer a cualquier época y situación; luego reelabora las estampas de esta icónica serie para mostrarlas acompañadas por las imágenes que han sido previamente animadas y que ahora se proyectan con un foco de luz en movimiento; como un balón que al rebotar sobre la pared adquiere diferentes ritmos en una coreografía ideada por Lashai que va iluminando los distintos episodios y que nos trae a la mente ese farol con el que Goya iluminó la escena de los fusilamientos del 3 de mayo. El lirismo y la poética de ese movimiento azaroso que va descubriéndonos la obra se acentúa con el acompañamiento de la música de Chopin.
Farideh Lashai es una de las artistas iraníes contemporáneas más relevantes. Procedente de una familia acomodada, tras pasar su infancia en Teherán, en 1962 se trasladó a Alemania para comenzar allí una carrera artística que no abandonaría nunca. Estudia literatura, cine, teatro y conoce a pintores que le introducen en el ambiente artístico, exponiendo en numerosos países. Por su relación con círculos intelectuales de carácter revolucionario, en Teherán fue encarcelada en la prisión de Qasr entre 1974 y 1976. Fue testigo de la revolución de 1979, de la guerra Irán-Irak (1980-1988) y de los levantamientos conocidos como la primavera Árabe (2011), sintiendo enorme preocupación por las consecuencias que acarrearía a las poblaciones. Todos estos acontecimientos, unidos a su profundo sentido de la justicia y el repudio de la violencia, marcaron su mirada y aumentaron su admiración por Goya, cuyas obras resonaban en ella como una herramienta para denunciar los horrores contempláremos y alertar de la repetición de esos desastres. La artista, al igual que su admirado pintor, fue permeable a las ideas de su época a través de su amistad con artistas e intelectuales de su tiempo; en ambos la influencia del teatro fue decisiva y avanzada la vida padecieron enfermedades que suscitaron en ellos una gran introspección.
Cuando cuento, estás solo tú… pero cuando miro hay solo una sombra (detalle)
Cuando cuento, estás solo tú… pero cuando miro hay solo una sombra podrá verse hasta septiembre en la sala 66 del Museo, junto a algunas de las estampas de Goya que la inspiraron, entre las Pinturas Negras y El 3 de mayo, en un diálogo que muestra la vigencia y la actualidad del mensaje de Goya dos siglos después. Además, para situar el trabajo de Lashai en su contexto histórico-artístico y analizar su presencia en el Museo, los martes a las 11:30 y a las 16:30 horas se ofrecerán breves explicaciones junto a la obra.
Esta videoinstalación además de poner de manifiesto el interés de la pinacoteca por introducir y exhibir en sus salas obras de artistas contemporáneos que pueden ser entendidas como una aproximación a las colecciones del museo, también manifiesta su interés por hacer más visible el trabajo de las mujeres artistas, siguiendo con la iniciativa que empezó el año pasado con Clara Peeters. “La obra invitada” es un proyecto patrocinado por la Fundación de Amigos del Museo del Prado, que también ha financiado la publicación Llegó el chacal, una autobiografía de Farideh cuya traducción ha sido realizada directamente del farsi por Maryam Esmailpour.
(artículo completo en masdearte.com)

«Llegó el chacal», la voz de sus poetas

Llegó el chacal, la voz de sus poetas

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La artista iraní Farideh Lashai ha expuesto en los últimos meses en el Museo del Prado, esta es su autobiografía  

SHIRIN SALEHI - @ABC_Cultural

Llegó el chacal recoge un escrito autobiográfico que nos tiende la mano para adentrarnos en el intenso mundo que envuelve y aprisiona a su autora. Farideh Lashai (1944-2013) recorre con lucidez y un firme compromiso social inherente a su humanismo crítico, en fragmentos entrecortados y por medio de recuerdos personales y heredados, la historia moderna de Irán. Ella no desea conformar una novela histórica sino presentar un homenaje a las mujeres de su vida -su madre, su abuela y su hija- y a su adorado hermano, un fervoroso militante de la izquierda iraní cuyos pasos marcaron en distintos momentos el destino de su hermana.
Lashai se interroga continuamente sobre su identidad como mujer, artista y ciudadana. Este diario de cuestionamientos e introspección es un desnudo encuentro de su emoción y pensamiento, escrito sin ornamentos. Y a la vez, una conmovedora crónica de momentos claves de la historia de Irán, desde los inicios del siglo XX y el movimiento revolucionario Jangali a orillas del Mar Caspio (1914)hasta la Revolución del 1979 y la desdichada guerra de ocho años con el vecino Irak (1980-1988).
Lírica de la pérdida
El escrito de Lashai es una lírica de la pérdida y de la nostalgia de la morada. El anhelo del retorno a la Celebración de la vida como festejaban antaño en su querida ciudad de origen, Rasht. Ella describe en hermosos pasajes pictóricos las celebraciones sagradas y religiosas, las diversiones de los festejos de tradiciones ancestrales y alegres rituales en los jardines y las casas, reuniones multitudinarias que conformaban las vidas de una abuela y una madre como emergidas de una fascinante historia mitológica escrita por algún poeta persa. Aún, los tiempos de la irremediable condición de extrañamiento, la no pertenencia y la experiencia solitaria del dolor no han amanecido. Un dolor que arrastra la guerra, el exilio y su estancia de dos años en la cárcel. Aquella cárcel dentro de la cárcel. Lashai desea desempolvar su amada tierra agrisada por el pesar y la muerte. Devolverle el perfume embriagador de sus jardines, el canto de sus ruiseñores.
Canto a la integridad
Esta tierra, empero, es un Irán más allá de los confines geográficos que delimitan aduaneros uniformados. Lashai no se busca en naciones ni banderas. Su himno nacional no es sino la voz de sus poetas, el escepticismo aprendido de Brecht en sus años de formación en Alemania, la inmensa herencia cultural e histórica que le es transmitida y el canto a la integridad y la libertad del ser humano.
Su autobiografía es un denso escrito de fragmentos entrecortados. ¿No es acaso éste aquel irremediable estado discontinuo del ser del exiliado que evoca Edward Said? Discontinuidad e intentos de reconstrucción. Ella reconoce en su escritura un «collage» complejo y a veces confuso. En estas idas y venidas, relatos que saltan de una década a otra, estremeciendo el corazón del lector, una materia-madre se mantiene íntegra y es la poesía de la que se embriaga esta escritura. No es una cuestión de estilo. No es la conformación de las cadencias, silencios y rimas que suena a una hermosa pero triste música de cámara, sino la fuente de su escritura. Son su mirada y su ser poéticos que alimentan un escribir que emerge solo de la enraizada piel del pueblo iraní en la poesía. Sería improbable pensar que en la tierra de Hafez sus gentes no supieran esquivar al tirano con el inquebrantable refugio de la poesía para sus almas.

Llegó el chacal


Ficha técnica
autora: Farideh Lashai
título: Llegó el chacal
ilustraciones: Farideh Lashai
Prólogo de Ana Martínez de Aguilar
Traducción del persa: Maryam Esmailpour
Colección: transversales, 7
Nº páginas: 176
Formato: 21 x 21 cm
ISBN: 978-84-946564-3-9
PVP: 20 euros
IBIC BGLA Autobiografía literaria
BISAC BIO001000-BIOGRAPHY&AUTOBIOGRAPHY/ARTISTS

Estambul es hermosa. Repleta de productos de lujo. Todos intentan vestirse según las revistas de moda occidental, algo que llevo años sin ver por las calles. Parecen los provincianos de Europa. Existe cierta simplicidad en sus rostros. Con eso y con todo, son amables. Una nación oriental, unida por el cordón umbilical a Europa. Los periódicos y las carteleras de los cines están llenos de imágenes de mujeres desnudas. [...]
Cruzo el mar en barco para llegar al aeropuerto. Quiero preguntar algunas cosas sobre el envío de mis pertenencias a ee.uu. Como siempre, tiempo desapacible y frío.
Este mar no me dice nada. No tiene un olor conocido. Como esta gente, como esta lengua, como estas miradas. Me hacía ilusiones en vano considerándolos asiáticos. Su Asia es menor. Me es ajena. Me resultan tan ajenos como aquellos siglos lejanos. Con sus enloquecidas invasiones a lo largo y ancho de la Tierra.
Domingo. Cinco y media de la tarde.
En un parque en Estambul. Mi hija juega con Renate, que está pendiente de ella. Y yo las observo fascinada.
Ojalá se pudiesen dibujar sus rostros felices sobre el reluciente balancín. Y ese enorme árbol tras ellas, este aroma a tierra mojada y mar, ¡qué momento más extraño! Ya no hay rastro de lo desconocido. Es como si lo conociera todo. Más allá de este instante no hay nada que me cause miedo. De sobra sé que todos somos efímeros. [...]
¿Por qué lo que acaece dentro de mí no se desborda con la misma facilidad que los colores de mis cuadros? Paso horas y horas, como sumergida en un agua profunda e inerte. El agua de un mar inalterable por el viento. Somos mis agitaciones y yo que nos sumergimos en el agua. [...]
Pero, ahora, me he acostumbrado a este árbol del polvoriento Fresno. Vengo aquí y me siento seis largas horas a su sombra, sin perder de vista a mi hija, que bajo este tremendo calor se revuelca sobre la arena del recinto de juego de este parque yermo. Mientras juega, no le importan ni el calor ni estas plantas que en nada se parecen al lejano prado verde de la casa de Mashd Robabeh. Y yo sigo con mi sonrisa forzada en los labios. Por las noches, cuando se quiere dormir, con una voz que en la oscuridad representa la felicidad Made in America, le canto:
Llegó el chacal;
Llegó el chacal;
llegaron también los padres del chacal;
llegó a la puerta el chacal;
Con un pañuelo bordado, en la cabeza;
El chacal dice: "soy una ratoncita"
y no me comeré a vuestras pollitas.

Estalló de repente un incendio en aquellas remotas montañas y lo cubrió todo, hasta las florecillas del desierto, dispersas y maliciosas. Había flores de todos los colores. Súbitamente, toda la llanura se tiñó de azul celeste y dos semanas después de amarillo sol, después fue el turno del rojo de los ciclamores y finalmente despuntaron las mejoranas cubriéndolo todo. Se apoderaban de todo el espacio. Te acostabas con este aroma y con él te despertabas, te acompañaba a lo largo del camino y te seguía hasta llegar a la ciudad. Y tu cuerpo seguía oliendo a mejorana durante días. Cuando mirabas hacia abajo, todo el valle estaba cubierto de mejoranas. Tallos finos y jugosos erguidos bajo el cielo, con tanta alegría y orgullo, como si el mundo entero fuese su indiscutible territorio. Y así era. El valle entero les pertenecía.
(fragmentos de Llegó el chacal, de la pintora y artista visual iraní Farideh Lashai, traducidos del persa por Maryam Esmailpour)