viernes, 17 de noviembre de 2017

Llegó el chacal


Ficha técnica
autora: Farideh Lashai
título: Llegó el chacal
ilustraciones: Farideh Lashai
Prólogo de Ana Martínez de Aguilar
Traducción del persa: Maryam Esmailpour
Colección: transversales, 7
Nº páginas: 176
Formato: 21 x 21 cm
ISBN: 978-84-946564-3-9
PVP: 20 euros
IBIC BGLA Autobiografía literaria
BISAC BIO001000-BIOGRAPHY&AUTOBIOGRAPHY/ARTISTS

Estambul es hermosa. Repleta de productos de lujo. Todos intentan vestirse según las revistas de moda occidental, algo que llevo años sin ver por las calles. Parecen los provincianos de Europa. Existe cierta simplicidad en sus rostros. Con eso y con todo, son amables. Una nación oriental, unida por el cordón umbilical a Europa. Los periódicos y las carteleras de los cines están llenos de imágenes de mujeres desnudas. [...]
Cruzo el mar en barco para llegar al aeropuerto. Quiero preguntar algunas cosas sobre el envío de mis pertenencias a ee.uu. Como siempre, tiempo desapacible y frío.
Este mar no me dice nada. No tiene un olor conocido. Como esta gente, como esta lengua, como estas miradas. Me hacía ilusiones en vano considerándolos asiáticos. Su Asia es menor. Me es ajena. Me resultan tan ajenos como aquellos siglos lejanos. Con sus enloquecidas invasiones a lo largo y ancho de la Tierra.
Domingo. Cinco y media de la tarde.
En un parque en Estambul. Mi hija juega con Renate, que está pendiente de ella. Y yo las observo fascinada.
Ojalá se pudiesen dibujar sus rostros felices sobre el reluciente balancín. Y ese enorme árbol tras ellas, este aroma a tierra mojada y mar, ¡qué momento más extraño! Ya no hay rastro de lo desconocido. Es como si lo conociera todo. Más allá de este instante no hay nada que me cause miedo. De sobra sé que todos somos efímeros. [...]
¿Por qué lo que acaece dentro de mí no se desborda con la misma facilidad que los colores de mis cuadros? Paso horas y horas, como sumergida en un agua profunda e inerte. El agua de un mar inalterable por el viento. Somos mis agitaciones y yo que nos sumergimos en el agua. [...]
Pero, ahora, me he acostumbrado a este árbol del polvoriento Fresno. Vengo aquí y me siento seis largas horas a su sombra, sin perder de vista a mi hija, que bajo este tremendo calor se revuelca sobre la arena del recinto de juego de este parque yermo. Mientras juega, no le importan ni el calor ni estas plantas que en nada se parecen al lejano prado verde de la casa de Mashd Robabeh. Y yo sigo con mi sonrisa forzada en los labios. Por las noches, cuando se quiere dormir, con una voz que en la oscuridad representa la felicidad Made in America, le canto:
Llegó el chacal;
Llegó el chacal;
llegaron también los padres del chacal;
llegó a la puerta el chacal;
Con un pañuelo bordado, en la cabeza;
El chacal dice: "soy una ratoncita"
y no me comeré a vuestras pollitas.

Estalló de repente un incendio en aquellas remotas montañas y lo cubrió todo, hasta las florecillas del desierto, dispersas y maliciosas. Había flores de todos los colores. Súbitamente, toda la llanura se tiñó de azul celeste y dos semanas después de amarillo sol, después fue el turno del rojo de los ciclamores y finalmente despuntaron las mejoranas cubriéndolo todo. Se apoderaban de todo el espacio. Te acostabas con este aroma y con él te despertabas, te acompañaba a lo largo del camino y te seguía hasta llegar a la ciudad. Y tu cuerpo seguía oliendo a mejorana durante días. Cuando mirabas hacia abajo, todo el valle estaba cubierto de mejoranas. Tallos finos y jugosos erguidos bajo el cielo, con tanta alegría y orgullo, como si el mundo entero fuese su indiscutible territorio. Y así era. El valle entero les pertenecía.
(fragmentos de Llegó el chacal, de la pintora y artista visual iraní Farideh Lashai, traducidos del persa por Maryam Esmailpour)

No hay comentarios:

Publicar un comentario